Que la empresa le ofrezca a un trabajador un puesto en el extranjero, siempre se ha visto como seíal de confianza y premio al buen desempeío del colaborador. Si bien antes el desafío para la persona que lo aceptaba era aprender acerca del nuevo país en que residiría, hoy lo que más se valora es el biculturalismo, es decir, el poder adaptarse a la nueva cultura complementA?ndola con la propia
SegA?n investigadores de la Escuela de Negocios Kellogg de la Universidad de Northwestern, las personas que comprenden la política, tradiciones, movimientos sociales y artísticos del país donde llegan a trabajar -y además en situaciones de negocio y conversaciones cotidianas, pueden combinar estos conceptos con los de su país natal- tienen mucho más posibilidades de ascender y ejercer un liderazgo más pluralista.
Otro punto a favor es que aquellos que logran combinar las dos culturas, son mucho más receptivos a nuevas ideas, fomentan la creatividad de sus equipos de trabajo y generan más alianzas laborales estratígicas.
Cabe destacar que quienes desarrollan este biculturalismo, incentivan dentro de sus compañías el contratar personas de diversas nacionalidades, para así generar un ambiente de integración de culturas y visión de mundo.
Aquellos que se identifican con una sola cultura í� ya sea la del país donde se radicaron o el de nacimiento- son mucho menos flexibles e imparten liderazgos mucho más rígidos, lo que a la larga no los hace recomendables para puestos de alta gerencia en la empresa. No así aquellos que asimilan ambas costumbres.
El biculturalismo es sinónimo de tolerancia, respeto y receptividad, cualidades que se buscan y premian en un buen líder.
Fuente: WSJ